viernes, 13 de agosto de 2010

La vieja escuela

Nos hemos coronado.

Ayer por fin, tuve mi ansiada no-cita con mi jefe. Una cita clásica según Noemi, cine y cena, que se tradujo en un batido de galletas oreo y llegada tarde a la última sesión. No me gusta hacer hacer propaganda gratuita pero teneis que ir a ver Origen, no soy nada partidaria de Leonardo di Caprio, pero, oh Dios mio! como le quedan los trajes a este niño.

Cuando una se presenta a una no-cita con el mejor vestido que se ha traído a Madrid, sus tacones nuevos y pintada como si no hubiese un mañana y tu acompañante viene sin afeitar y media hora tarde, no puedes esperar que pase nada bueno, pero como todo en esta vida se debe a un cúmulo de circunstancias, al final la noche se dio la vuelta, ¡y qué vuelta!

Al salir del cine, tuve que declinar la maravillosa invitación de Ana y Rafa para ir a ver la lluvia de estrellas porque, mi jefe, me invitó a una copa "rápida"y un billete en taxi para volver pronto a casa, que hoy era viernes y tenía que ir a la oficina, que se conviriteron en seis y las seis de la mañana así terminamos (redoble de tambores) en su casa y en su cama.POR FIN.

¿Nunca os ha pasado que os sabíais perfectamente la lección para la clase de historia del colegio, pero al que le toca delante lo hace tan sumamente bien que os entra el pánico y solo podeis abrir la boca para decir nada y sentaros con el rabo entre las piernas haciendo más ridículo que si hubiéseis hablado?

Pues es lo que me ha pasado con mi jefe, pero no con la lección de historia, claro.

Y eso que creo, ¡no no! que estoy segura, que hoy he tenido mi primer orgasmo, el de verdad de la buena, y que todos estos años han sido una pérdida de tiempo con jugadores de segunda división. Yo que pensaba que era culpa mía, que estaba rota por dentro y había ciertos orgamos que no podía alcanzar y ¡resulta que hasta ahora no había conocido varón!
Todos en el mismo club de mancos, señores.

¡Todo lo que me estaba yo perdiendo de las generaciones anteriores! ¡Qué descubrimiento!

Anonadada es poco, cómo estaba ante semejante despliegue de medios,  de todos los hombres, que no son ni muchos ni pocos de los que he estado, es el único hombre que sabe que Dios le dio dos manos y que se pueden usar a la vez. Pero, cuando ha llegado el momento de la verdad, cuando me tocaba a mi saltar al terreno de juego, me he marcado un piscinazo en toda regla, he alegado lesión y he vuelto a sentarme en el banquillo.
Se lo ha tomado bien, o eso creo, porque las dos horas siguientes no me ha dejado que me despegara de su lado, con muchos mimos y caricias. Una niña, así es como me debe ver.MIERDA.

¿miedo escénico? ¿se me había olvidado el papel después de tantos ensayos?
¿miedo a ser considerada una jugadora de segunda cuando nunca he tenido queja en mis otros encuentros deportivos? Es lo que tiene jugar con experimentados estudiantes de la vieja escuela.

El caso es que ha sido, por no pecar mucho de "esagerá", uno de los mejores polvos de mi vida, arruinado por ese gran miedo de "no estar a la altura". Ayer no fui yo en la cama y estaré pagando por ello mucho tiempo, aunque espero que no para siempre.

Aun queda la parte más divertida de la historia, salir de su habitación y encontrarme a su compañero de piso, y ex compañero de trabajo que se ha quedado boquiabierto al verme, y encajar un, Ey! ¿qué tal?, como si no pasara nada.

Desde luego mi jefe se merece un sobresaliente, y yo me presentaré a los exámenes de septiembre a ver si a la segunda, no hago el ridículo más estrepitoso, que yo también tengo ya una edad.

Una última reflexión, a partir de ahora, sólo voy a jugar en divisón de honor.

1 comentario: